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EL LÍDER COACH

Por Consol Iranzo CEO de Karisma

La mayor parte de nosotros ha escuchado, en un entorno u otro, la palabra líder. Hablamos de la necesidad que existe en general de contar con buenos líderes, muchas veces con percepciones y opiniones distintas de cuáles son las características que esperamos que tenga el que, bajo nuestro punto de vista, consideramos que es un buen líder, aunque no siempre valoramos cuáles son las circunstancias y las necesidades que se dan y que requieren esta figura.

Actualmente, en muchas conversaciones se escuchan comentarios sobre la falta –no sólo en España, sino a nivel mundial –del liderazgo político que la mayoría cree preciso para llevar a cabo acciones efectivas que nos ayuden a gestionar y a salir de una de las peores crisis mundiales que se recuerdan y también sobre el aprendizaje que hemos de extraer de esta experiencia para evitar situaciones similares en un futuro.

Pero, con todo esto, ¿qué estamos diciendo? ¿Qué necesidades estamos detectando? ¿Qué estamos demandando? Creo que prácticamente todos estaremos de acuerdo en que la figura del líder y lo que éste representa es una necesidad claramente identificada. ¿Pensamos que, sin Mandela, hubiera sido posible el cambio pacífico en Sudáfrica? ¿O que la independencia de la India se hubiera producido de igual forma sin Gandhi? También podríamos pensar en otros personajes históricos que, con otros estilos de liderazgo, han provocado desastres y guerras. Pero, quiero entender que cuando estamos demandando la necesidad de tener líderes no nos referimos a éstos últimos.

Estos comentarios se refieren a grandes movimientos políticos y es incuestionable que tenemos una gran necesidad de ellos. Pero, en mi opinión, considero que también en otros contextos diferentes es preciso contar con personas que sean capaces de liderar proyectos: empresariales, sociales o de otro tipo.

Y en este punto volveríamos a reflexionar sobre cuál es el perfil de un líder y qué características son las que podemos identificar en una persona para reconocerla como tal. Hay infinidad de definiciones y prácticamente todas ellas pueden ser válidas. A modo de ejemplo, podríamos decir que “un líder es la persona que quiere asumir voluntariamente el liderazgo de un grupo o equipo de personas con el objetivo de guiarlas hacia una meta común. Para ello es preciso que establezca vías de comunicación bidireccional con el fin de transmitir la visión y los objetivos que se quieren alcanzar y que ayude a los demás en la consecución de los mismos, contribuyendo en su crecimiento y desarrollo personal y profesional”.

Esta definición global puede ser modificada en algunas de sus atribuciones cuando nos referimos a un estilo en concreto de liderazgo, bien sea éste Autoritario, Imitativo, Afiliativo, Democrático, Capacitador Visionario o Liderazgo Coach, que es un estilo que cada vez se está promoviendo más dentro de las organizaciones.

Cuando nos referimos a un líder coach –no confundir con la figura y funciones de un coach –estamos hablando de un profesional que gestiona directamente un equipo de personas y que, si damos por válida la definición anterior, debemos añadir que es preciso que ponga un especial énfasis y atención en ayudar a los integrantes a desarrollar todas sus habilidades y competencias, alentándolos a poner en práctica nuevas formas de actuación y a evaluar el impacto que estos cambios generan en sí mismos y también cómo inciden en los resultados de la organización, al tiempo que debe fomentar el compromiso de las propias personas en su crecimiento y desarrollo continuo.

Por tanto, ateniéndonos a esta definición podríamos decir que un líder coach debería tener una serie de competencias y características clave que le identifiquen como tal. Tratando de hacer un breve resumen de éstas, consideramos que es esencial tener habilidades de comunicación bidireccional para emitir mensajes con el lenguaje idóneo, al tiempo que escucha activa para entender y valorar otras aportaciones e ideas; un profundo conocimiento de los propios puntos fuertes y áreas de desarrollo, así como de los demás; Inteligencia emocional para saber gestionar las propias emociones y las de los otros; Saber identificar y desarrollar los talentos; Establecer metas y objetivos retadores, pero alcanzables; Ser innovador, responsable y estar informado de las novedades para adelantarse y actuar de forma proactiva a los acontecimientos; Tener una mente abierta y no tener miedo de estar rodeado de personas con altos potenciales, etc.

Y ahora mi pregunta es: ¿Están necesitadas las organizaciones de este tipo de líder? Mi opinión es que sí. Considero que personas con estas habilidades contribuirían de forma directa en nuestros aprendizajes, aparte de enriquecerse ellas mismas con las aportaciones, conocimientos y experiencias de los demás. Por tanto, animo a que orientemos nuestros esfuerzos en esta dirección, puesto que es un camino para potenciar todos nuestros talentos y ello sin duda también contribuirá a una mejora personal y profesional.



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