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ÉTICA EMPRESARIAL EN LOS TIEMPOS ACTUALES

Consol Iranzo CEO de Karisma

Primero de todo, y aunque estoy segura de que todos tenemos una noción clara del significado de la palabra ética, me gustaría poder compartir su definición con el propósito de que, ante la lectura de este artículo, todos interpretemos exactamente lo mismo.

La ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud y el deber y que determina cuáles son las acciones que han de practicar las personas tanto a nivel individual como social. Por tanto, nos puede ayudar a tener un conocimiento sobre las razones que pueden sustentar los diversos comportamientos de los seres humanos. La palabra ética proviene del griego ethikos (carácter) y del latín ethicus.

Si nos referimos al mundo empresarial, podemos decir que la ética profesional pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión. En ocasiones, ésta puede estar recogida en los códigos deontológicos de la actividad profesional, en los que se establece una serie de principios y reglas que son de cumplimiento obligatorio.

Y, ¿por qué este prólogo? Por el simple hecho de que hoy quiero aprovechar la oportunidad que me brinda esta tribuna para compartir mi preocupación sobre algunas actuaciones que estoy observando y que, bajo mi punto de vista, no cumplen con los códigos éticos.

No voy a comentar actuaciones de ciertas personas con posiciones de poder en organizaciones que, como muy bien sabemos, han provocado desastres económicos y también en muchos casos perjuicios personales de importancia. Actuaciones de personas que incluso eran consideradas como “modelos de éxito” a los que había que imitar. En este artículo me gustaría referirme a situaciones de menor repercusión, pero que considero que no deben obviarse por esta razón.

Sabemos que en muchas organizaciones existen manuales de ética que se corresponden con la normativa de cuáles deben ser los comportamientos de todas las personas que forman parte de éstas, tanto de forma directa (directivos, empleados, accionistas…) como indirecta (proveedores, clientes…). La normativa está claramente relacionada con la visión, misión y valores que sustentan la filosofía y cultura de la empresa. Por ello, se espera que todas las personas que conforman este entorno se identifiquen con los mismos.

Individualmente, cada uno de nosotros tenemos valores sobre los que se sustentan nuestros principios y que dan sentido a nuestra vida. Valores como la lealtad, la sinceridad, el compromiso… se van adquiriendo o reforzando a lo largo de nuestra existencia y en ellos se basan nuestros comportamientos. Por tanto, ir en contra de nuestros valores supondría, entre otras consecuencias, una incoherencia total entre lo que creemos que somos y cómo actuamos.

Por ello, cuando formamos parte de una organización deseamos que los valores que ésta promulga no estén en contra de los propios. Es más, apreciaríamos que, si no todos, al menos algunos de ellos fueran consensuados, pues ello nos puede otorgar cierto bienestar psicológico y emocional. No podemos olvidar que gran parte de nuestro tiempo transcurre en el ámbito empresarial.

¿Cuántas veces en nuestro entorno profesional hemos sido testigos de conductas claramente carentes de ética? ¿Qué pasa cuando observamos comportamientos en nuestro entorno profesional que no se corresponden con las normativas publicadas?

Si buscamos las posibles razones para poder analizar el porqué de ciertos comportamientos que podemos clasificar como no éticos, las réplicas y, en otros casos, justificaciones pueden ser de lo más variado. Por tanto, las respuestas a estas cuestiones las dejo a la elección del lector.

Pero lo que si me gustaría es, como comentaba al principio, compartir mi preocupación sobre qué podemos hacer y cómo deberíamos actuar cuando observamos una situación que, bajo nuestro punto de vista, no está siendo ética. Es más, ¿qué sentimos cuando ello ocurre en nuestra propia organización y tenemos muestras evidentes de la incoherencia manifiesta entre lo que se publica y lo que se hace?

Opciones tenemos, desde callar, obviar lo que observamos, hasta incluso sentir admiración por los logros que algunas personas pueden conseguir cuando no respetan las normas. Pero, evidentemente, también podemos actuar de forma muy distinta.

Soy consciente de que los momentos difíciles por los que estamos pasando pueden dilatar o incidir en las decisiones que tomamos, pero creo esto no es motivo suficiente para que no seamos capaces de reflexionar sobre nuestro comportamiento y valorar cuáles pueden llegar a ser las consecuencias, especialmente si éstas pueden afectar negativamente a otras personas.

No podemos olvidar que actuar en contra de nuestros valores y no respetar las normas éticas puede ser muy perjudicial para nuestra salud física y mental. Bajo mi opinión, no hay mayor paz interna que saber que nuestros valores y principios son coherentes con nuestros comportamientos.



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