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MANTENER UNA ACTITUD POSITIVA ANTE LA INCERTIDUMBRE

Por Consol Iranzo CEO de Karisma

Escribo esta tribuna el día de la famosa final entre España y Holanda. Cuando vea la luz, en el número de Septiembre, el resultado formará parte de la historia de grandes logros conseguidos por la selección española de fútbol. No olvidemos que es la primera vez que España consigue la Copa del Mundo.

De todos es sabido la incertidumbre que se ha vivido durante todo el campeonato. Desde el inicio, cuando parecía que todo estaba muy difícil, hasta el mismo partido de la semifinal, en que fue necesaria una prórroga, durante la cual Iniesta marcó el gol de la victoria a sólo 5 minutos del final

Y ustedes lectores, se preguntarán ¿a qué viene ahora hablar del partido?. Pues el motivo es poder enlazar este evento con una situación que muchos estamos viviendo en nuestras vidas: la incertidumbre.

Mi percepción, y creo que la de muchas más personas, es que seguimos estando en una situación difícil y complicada. Llevamos en ella mucho tiempo, pero nadie -ni los más prestigiosos economistas y mucho menos los políticos- nos da una información que nos sea útil para tener un entorno en el que nos pudiéramos sentir más tranquilos y de esta forma, poder orientar nuestra acciones, tanto hacia el presente más inmediato como hacia el futuro aunque no sea muy a largo plazo.

Y ¿cómo nos afectan estas situaciones? Habitualmente nos pueden producir intranquilidad, cierto desasosiego, ansiedad y por qué no decirlo también preocupación al no saber lo que nos puede deparar acontecimientos que no controlamos y que además probablemente no están en nuestras manos.

Y ante este escenario ¿cómo podemos gestionar las emociones que nos produce? Creo que sería conveniente reflexionar sobre ello. Podríamos empezar preguntándonos qué clase de observador somos, porque en función de la respuesta que obtengamos sabremos, a ciencia cierta, como vamos a actuar.

Observar lo que sucede a nuestro alrededor, aunque no nos guste y, por tanto, no sea lo que en principio elegiríamos y realizar un análisis lo más objetivo posible, nos facilitará saber qué cosas están en nuestra mano poder cambiar y cuáles no. Este análisis nos será de gran utilidad para poder, desde un enfoque práctico y positivo, aceptar la situación y orientar nuestras acciones hacia todo aquello que, desde nuestro ámbito de actuación, podemos gestionar. Aceptar, que no hay que confundir con resignarse, nos permite partir desde la serenidad y nos da fuerza interior al saber que vamos a poner todo el esfuerzo, energía, ilusión y hasta pasión en todo aquello que queremos y sabemos que podemos hacer y eso, a buen seguro, nos va a dar los resultados que queremos

Por el contrario, podemos optar por elegir un enfoque negativo, probablemente esta actitud nos puede conducir a la queja. Como partimos de la creencia de que no somos responsables de ninguno de los acontecimientos que suceden, somos incapaces de llegar a la conclusión de que no sólo se trata de buscar quién es el responsable, sino tener la constatación de que esta situación nos está afectando y que, por tanto, podríamos tratar de gestionarla de una forma diferente. Rechazamos cualquier intento de actuar porque pensamos que ninguna acción por nuestra parte merece la pena, por tanto realizar cualquier esfuerzo nos parece inútil. Ante esta percepción la opción más clara es lamentarnos de todo lo que ocurre y claro caer en el desánimo. Pero no podemos obviar que esta actitud puede generar frustración, rabia, enfado y en ciertos momentos hasta un punto de desesperación.

La frase de Florence Nightingale “Lo importante no es lo que nos hace el destino sino lo que nosotros hacemos con él” dice mucho al respecto. Sé que no es fácil pero, como casi todo en la vida, no debemos olvidar que de las experiencias difíciles son de las que se obtiene el mayor aprendizaje. Si nos paramos a pensar en nuestro pasado, podremos ver con nitidez que, todas las situaciones que hemos vivido en su momento como muy complejas, incluso dolorosas, han contribuido a que hoy seamos más fuertes nos han ayudado a madurar, pero a veces esto sólo somos capaces de valorarlo con la perspectiva del tiempo pasado. Sólo entonces tenemos la capacidad de valorar estas experiencias como regalos que nos ha ofrecido la vida

Con todo esto ¿adónde quiero ir a parar? pues a que sería recomendable que, en la medida de lo posible, ante momentos confusos que nos producen la sensación, no por ello menos cierta, de un entorno incierto que puede provocar inseguridad, y porqué no decirlo también a veces angustia por no saber si vamos a ser capaces de afrontarla, es aconsejable gestionar la incertidumbre conservando una cierta perspectiva y con la convicción de que vamos a enfrentarla con una actitud positiva. En la seguridad de que va a ser un aprendizaje de vida que nos va a aportar enriquecimiento personal.

Soy consciente de que muchas personas están pasando por momentos realmente duros, Para algunos quizás es la primera vez, para otros es una reincidencia y muestran cansancio por tener la sensación de estar siempre luchando. Pero el sabio refranero español dice “que no hay mal que 100 años dure”. Los que ya tenemos una cierta experiencia de vida, sabemos que todo pasa, que no es ni ha sido, ni probablemente será la única ocasión en nuestra vida que todo se nos antoja muy arduo, que pensamos que no va a ser posible salir airosos, pero no es así. ¡Saldremos!. Y además reforzados y con mayor madurez. Debemos creer firmemente en ello. Pero, insisto, debemos tener ganas de hacerlo.

Enlazando todo esto con el paralelismo que quiero hacer con el equipo de fútbol, ellos probablemente podían pensar que era muy difícil llegar a ser uno de los equipos clasificados cuando habían tantos que, a priori, podían parecer más buenos, que estaba todo perdido pero no, su actitud fue positiva, su entusiasmo y sus ganas de luchar les condujo a la final y llegaron y vencieron. ¿Y les fue fácil? no, definitivamente no, pero atesoraron, entre otras cualidades, ilusión, pasión y convencimiento de que ellos podían y así fue. Consiguieron lo que se habían propuesto ser campeones del mundo.

Nosotros, si queremos, también podemos ser líderes y campeones de nuestras vidas.



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